Si la pintura no esta cuidadosamente planeada, clara, se pintara con inseguridad. La pintura no podrá ser buena, aunque la técnica lo fuera.
El plan general debe decidirse en un momento, pero la disposición de los detalles deben ser cuidadosamente pensados.
De vez en cuando se deben ver las obras maestras, estudiar el tono y la pincelada y la disposición de los elementos tratando de entenderla.
La indecisión conduce a un análisis defectuoso, la confusión a una carencia de elegancia, lo desarticulado a una falta de proporción, lo incompleto a una carencia de composición ordenada.
En un nivel avanzado, uno puede elegir entre proceder metódicamente o pintar como si no se siguiera método.
Si queréis prescindir del método, aprended el método. Si deseáis la facilidad, trabajad duro. Si buscáis la simplicidad, dominad la complejidad.
La imaginación siempre cambia y varia, los principios nunca.
Mi maestro me dijo al ver mi pintura: “Obscenidad”. Desde entonces me he propuesto la claridad como meta.
Lo que se trata es de usar la técnica de los antiguos para expresar la propia personalidad, aunque esta no sea mejor que la de ellos. Aquí debo insistir en que al desarrollar la propia imaginación, uno debe olvidar momentáneamente los principios antiguos.
Todo hombre tiene sus propios hábitos. Esto es mortal para el trabajo. Para evitarlo, estudiad la mayor parte de los estilos y como derivan uno de otro. Este es el modo de cambiar la estructura básica.
Lo mejor viene por experiencias pasadas acumuladas y por el estudio.
Copiad el estilo esencial y la atmosfera de la pintura. Solo así se progresa y se acerca gradualmente a los grandes genios.
La madurez depende de la práctica.
A menudo he visto obras de artistas antiguos que contienen muchos errores, pero no va en detrimento de la pintura, por que esta ligada a la fuerza unitaria de la concepción.
Hay una palabra que se puede describir el estado perfecto en que se encuentra el artista cuando trabaja: “cómodo”.
“Comodidad” sugiere la facilidad de la maestría y la ausencia de las dificultades y esfuerzos. Es como las ondas que deja el viento al pasar o como la subida graciosa y libre de las nubes en la montaña.
La belleza emerge cuando el pincel toca el papel y el papel vibra en armonía con la belleza de la escena. La una mueve a la otra. Cuando algo sucede así, todas las consideraciones de texturas, venas o arterias se ignoran, pero están todas ahí.
Esto se obtiene con el ejercicio diario del corazón y la mente, y con la experiencia de la práctica. Luego, cuando el momento de la belleza llega, el artista podrá pasmarlo con naturalidad y sin pensarlo mucho.
Toda la materia esta formada por fuerza acumulada. Todas las cosas son diferentes, pero gobernadas por esta fuerza.
Las formas del universo provienen de las fuerzas vitales, las señales del pincel, de la mente y de la mano del artista. Dejadla que salga y fluirá con graciosos movimientos. No hay necesidad de trabajar con cuidado, todo quedara bellamente mesurado.
Simplemente déjala fluir. La visión de un momento puede quedar impresa para toda la eternidad y el artista no se avergonzara de su trabajo.
Solos los poseídos por el espíritu expansivo tienen tales abundantes momentos. Pueden cerrar el esfuerzo y dejarse llevar por el espíritu.
Sheng-Tsung-Chien (1781 DC)
Textos de “Estética taoista”
Luis Racionero. Alianza Editorial.
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